Me desperté. Miré alrededor; amanecía.
Hoy, finalmente, era el gran día, el
reencuentro.
Ellos, aquellos amigos, mis fieles
compañeros, los que me ayudaron, me alentaron, con los que compartí aquellos
duros años de estudio con pésimos profesores; aquellos años de evolución personal
y profesional en los que descubrí maravillosos corazones, mentes lúcidas,
personas brillantes e íntegras. Ellos y yo, nosotros, aquí estamos: unidos por
el amor fiel, limpio, la admiración, el entusiasmo, la amistad, la lealtad:
GRACIAS.
Myriam Ruando Espina, 53 años,
Salamanca, España
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