Abrió
un ojo en la esquina de su chimenea, aquellos pesados humanos ya estaban
haciendo ruido otra vez. Pero, ¿qué estaban llevando a la esquina del salón?
¡No podía ser! Era aquel arbolito al que le ponían las bolas brillantes por el
que tanto le gustaba pasearse. ¡Que rápido había pasado este año! - pensó la
araña. Era hora de avisar a su familia, que se trasladasen a pasar las fiestas
al magnífico pino de todos los años!
Jesús Rey Aneiros, 22 años, Ferrol
España, prof Paula
Pessanha Isidoro, USAL
Desafio nº 80 – o Natal da aranha
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