Llegamos al pie del Monte Fuji sobre las doce de la mañana,
riéndonos de los turistas miedosos que vinieron con guía y veinte kilos de
equipamiento. Los ochocientos primeros metros pasaron rapidísimo. Luego se puso
a llover y dejamos de reírnos. Después de subir doscientos metros en la
oscuridad bajo las peores condiciones del mundo, aceptamos la victoria del
Monte. ¡Que felicidad volver a la civilización después de horas bajando! Que
felicidad esperar el taxi cinco horas!
Lucas
Krywicki, 20
años, Liège, Bélgica, prof Paula Pessanha Isidoro
Reto 50 – agosto, a
gusto, disgusto, regañadientes
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