Valentina se sentía bien. El aire fresco y puro de la
montaña era sin duda la mejor medicina para todos sus problemas. Brisas olor a
menta, pajarillos amenizando la mañana de nubes claras y sol débil pero
enriquecedor. Sin duda, la naturaleza le brindaba el mejor entorno para
desconectar del mundo de contrarreloj y tráfico continúo.
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¡Valentina!
¡Despierta ya, que llegas tarde!
Otra noche más soñando con la libertad, tan simple
pero tan difícil de disfrutar… Soñar.
Lexuri
Márquez, 21
años, Badajoz, prof Paula Pessanha Isidoro
Reto 49
– historia medio loca sobre las vacaciones
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