Todo
parecía perfecto. Ya solo quedaban dos días para Nochevieja y no faltaba nada,
todo estaba en orden. Las bebidas en la nevera, toda la comida lista, la sala
de festejos perfecta… todo parecía correcto. Y por fin llegó el día, fue todo
muy bien hasta que nos percatamos de que nos faltaba lo más importante, las
uvas. No podía ser, la mala suerte llegaría a nuestras vidas solo por un puñado
de uvas, doce, exactamente, doce.
Alejandro González
Caro, 23
anos, Badajoz, prof Paula
Pessanha Isidoro, USAL
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